Aquí no se habla del Mío Cid, sino de "los Cid míos".

Aquí no se habla del Mío Cid, sino de "los Cid míos".
Los protagonistas de estas historias: Ramonín, Elaine y Camila (mi familia). IMPORTANTE: Ninguno fuma, y nunca lo hago cerca de ellos.

jueves, 19 de junio de 2008

Temporada de cata. Día 10


DIA DE CATA 10. VIDA DIARIA DE CAMPAMENTO. Dificultades sanitarias en el cuartel.


Hace un buen rato que no me aparezco por el blog. Por el tiempo transcurrido desde la ultima entrada, se puede inferir inequívocamente que ya Camila tiene una serie de dientes mortíferamente nuevos, lo que hace su mordida más dolorosa (para el que la recibe), y Ramonín está completamente de acuerdo en este punto.


También, por el lapso en cuestión, se deduce que su locomoción es más independiente y estable (pasó exitosamente por una caída de bruces con un saldo de dos puntadas en la frente). Ramonín ha progresado mucho en el lenguaje, y sigue hablando a veces en tercera persona, pero mucho más inteligible, la verdad. También dibuja encomiablemente y sigue estupendamente cariñoso.

No come mucho, porque no le viene en gana, y si sigue así, puede que no llegue competir en complexión con Mahatma Gandhi, pero al menos hace el equipo.

El comportamiento de Camila es relativamente monótono, a mi juicio. A ver: su vida de vigilia (cuando no está profundamente dormida chupando su pulgar con fruición), se divide de la siguiente manera:

- quitar y ponerse los zapatos continuamente (60 % del tiempo). Lo de quitarse los zapatos, lo hace con una maestría inimaginable (no hay nudo/combinación/código/lazo/hebilla que se le resista), que a la vez es inversamente proporcional a su habilidad de volvérselos a poner correctamente.

- mortificar a su hermano (15 %). Ramonín (Tata, para Camila), se ha ganado el Paraíso por vía expresa y expedita gracias a soportar mordidas, pellizcos, empellones, rotura de juguetes y demás atropellos fraternos, con una tolerancia, comprensión y sumisión nirvánicas.

- martirizar a sus progenitores (25 %). En esto la pequeña es toda una profesional, y no hay palabras para describir su dedicación, empeño y éxito en conseguirlo.

Nada de esto significa que Camila no sea capaz de hacer un millar de cosas más (cotorrear, correr, subirse a cuanto lugar peligroso hay en casa y fuera de esta, y otros portentos), pero inexorablemente lo hace dentro de los márgenes ocupacionales descritos arriba. Me explico: por ejemplo, canta en jerigonza de lo más bien, mientras se quita y pone los zapatos. Corre como una zarigüeya en apuros luego de desbaratarle al hermano su recién terminada torre de cubos plásticos fabricada por él a duras penas (corre con un zapato en la mano, y el otro puesto en el pie equivocado, pues a veces se solapan los porcientos ocupacionales); se sube al borde del sofá, con peligro de caer sobre la lámpara de pie de la sala, mientras se desgañita pidiendo que la carguen en brazos, etc, etc y etc.

Pues bien, heme hoy aquí pastoreando a mi infantil rebaño mientras mi esposa se ocupa de algunas cuestiones domésticas. Ahora están los dos diablillos en medio de una frágil e inestable tregua, al parecer, pues ambos miran arrobados no-sé-que-muñequitos en el TV sentados en la alfombra. Elaine plancha la ropa en el cuarto de los nenes, y no hay mejor momento que aprovechar para preparar y fumar una buena pipa.

Pero nada es perfecto: en cuanto selecciono la herramienta y el tabaco, pues me vienen unos inequívocos indicios desde el estómago que me aconsejan juiciosamente que postergue cualquier gestión no-fisiológica, y me dedique de lleno a ir al baño, y “dar lo mejor de mí”.

OK, pero tampoco es tan sencillo: el tiempo con que cuento es corto (antes de que los hermanitos se enzarcen en alguna trifulca hogareña), así que adelantaré la carga de la pipa mientras estoy “liberando rehenes”.

- Ely, ocúpate de velar a los nenes, por favor, que estoy en el baño, ok?- dejo la retaguardia cubierta.

Día 10. Bitácora del Capitán:
Insumo sanitario: Borkum Riff No. 8 Mixture
Instrumento: Brebbia
Expectadores: ya verán.

Una vez instalado en el trono, con una revista (AVIATION NEWS INTERNATIONAL) en mi regazo, despliego el instrumental y procedo a abrir la bolsa de tabaco y cargar la pipa. Como dice que el paquete que está aromatizado con vainilla esperaba que a mi cuasi-refinado hocico llegase el mismo aroma que con el Alsbo, pero es ligeramente más suave y menos penetrante.

No bien termino la carga, siento un tropel de piececitos minúsculos galopando en mi dirección, y ¡ZUÄBANA!, se abre la puerta del baño (puerta plástica plegable tipo “acordeón”, sin seguro) de un tirón, y entran los cabroncetes como bolas por tronera. Solo me da tiempo a poner la pipa cargada, el paquete de tabaco y el atacador en el lavamanos, y taparme como puedo con la revista.

- Papá, papá, Camila me mordió ¡!!!- se queja Ramonín, sin tiempo siquiera a reparar en el poco edificante estado de la autoridad paterna a la que se dirige.

- AHHHHH, papá cacaaaaaaaa ¡!!! – exclama alborozada la otra, con ojos como platos, mucho más rápida en darse cuenta de la compleja situación que su compinche.

- Coño, de acuerdo, pero salgan los dos de aquí, YA ¡!!- trato de espantarlos con desespero, pero los dos ya establecieron una cabeza de playa, y mientras Ramonín trata de arrebatarme la revista de mi regazo, Camila se aferra a los cordones de mis zapatos, luego de quitarme el cinturón del pantalón, que está a la altura de mis tobillos, como es natural para estos casos.

- Papá, quiere a limpiarte? – se ofrece Ramonín solícito, que saca de su nicho en la pared un par de kilómetros de papel higiénico, que no me da tiempo a detener, pues tengo a Camila levantada en vilo por los tirantes de su overol a la altura de mi cabeza, evitando que me quite también las medias. Tengo que balancearla para mantenerla alejada, pues mientras cuelga en el aire, con una mano usa parte del papel higiénico que el hermano a sacado y se limpia los mocos, mientras con la otra trata de agarrar la pipa cargada que reposa inmutable en el fondo del lavamanos, a mi derecha.

- Noooo, suelta eso ¡!! Elaineeeee, por favor, carajo, saca a los niños de aquí ¡!! -suplico, sollozante.

- ATA, AAAAATAAA ¡! - Lanza Camila su espeluznante grito de guerra, dando manotazos en el aire, mientras Ramonín trata de escalar por mis rodillas para alcanzarla.

- Ya voy, ya voy- le escucho mientras se acerca al lugar de los hechos, pero también noto que mi mujer aguanta la risa a más no poder- A ver, chiquillos, dejen a papá tranquilo.

Los nenes no cooperan, y se resisten al arresto materno, así que en segundos, el baño se convierte en una copia exacta del camarote de los hermanos Marx. Gritos, berridos, imprecaciones, forcejeos y demás lindezas. Conteo de daños al final: revista rota, 3 metros cúbicos de papel sanitario desenrollados y esparcidos por el baño y pasillo hasta la cocina, un nudo gordiano en los cordones de mi zapato izquierdo, y la hebilla de mi cinturón tirada en el desagüe de la bañadera (tiene la rejilla zafada). Daño colateral subjetivo e irreversible: perdí la inspiración (fisiológicamente hablando).

Los muchachos pasan a entretenerse jugando en la cocina (Ramonín a simular que está fregando la vajilla y Camila a desenredar el papel higiénico que conserva como trofeo de guerra) Elaine a lo suyo, y no se habla más del asunto. Para qué? Sé que la próxima lo volverán a hacer si pueden, así que trataré en lo delante de usar el baño de mi trabajo. Además, tampoco puedo regañarlos violentamente. No es pedagógico, ni práctico: cada vez que le hablo fuerte a los nenes, se c...... (en lo que yo digo).

Procedo entonces a encender la pipa, y el sabor del No. 8 mixture me hace olvidar, con su dulzor, el amargo recuerdo de mi malograda evacuación.

El tabaco me gusta, si bien al rato de fumar, va perdiendo ligeramente el acento de vainilla de las primeras pitadas. Bueno, ya para ese momento de la fumada, empieza la lengua a picarme a más no poder, no sé por qué me pasa esto con los aromáticos.

Termino la fumada, solo para sentarme con los nenes a recoger el papel higiénico, y tratar de pegar con scotch- tape la revista, rota precisamente en el artículo que me interesaba leer.

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