Aquí no se habla del Mío Cid, sino de "los Cid míos".

Aquí no se habla del Mío Cid, sino de "los Cid míos".
Los protagonistas de estas historias: Ramonín, Elaine y Camila (mi familia). IMPORTANTE: Ninguno fuma, y nunca lo hago cerca de ellos.

martes, 13 de abril de 2010

TEMPORADA DE CATA. Dia 12

DIA DE CATA 12. DE VISCERAS Y OTRAS SANGUINOLENCIAS. Manifestaciones de vampirismo entre las tropas.

Bueno, pues hoy quiero comer hígado. A ver, no es precisamente “comerme los hígados”, que es lo que muy a menudo me sucede, sino eso, eso de preparar una víscera (que no sea mía, y preferiblemente de origen animal) y comerla a la italiana.



Acabo de traer del mercado un magnífico ejemplar, de un par de kgs, y lo he dejado en el fregadero de la cocina mientras me pongo a limpiar la casa. Sí, lo sé. Terrible. Pues desde que Elaine se operó, lleva un mes de reposo absoluto en cama, y todo el trabajo hogareño (limpiar, fregar, cocinar, planchar, torear a los nenes, etc) ha recaído en este humilde servidor, que no tuvo la genial idea de agenciarse una fístula a tiempo y haberse operado primero que ella.



En fin, he acabado de limpiar la casa, que parece una reluciente pista de patinaje sobre hielo. Ramonín y Camila estuvieron todo ese tiempo retozando pacíficamente en su cuarto, disfrazándose y actuando de acuerdo a no sé qué muñequitos del TV. Ahora, que me preparo para fumarme una pipa (antes de caerle encima al hígado, que reposa indiferente bajo un chorro de agua en el fregadero), siento unos alaridos desde la habitación de mis pequeños herederos, y en estéreo desde el otro extremo (la cama de Elaine ) me llega una orden de intervención inmediata en el conflicto.


Antes de reaccionar, Camila pasa por mi lado como un bólido hacia el cuarto de baño, y regresa con mi cinturón de cuero, con la hebilla metálica arrastrando por el piso:


- Papá, papito, zuena a Tata, pero zuénalo duro, pa favor¡!!! – solicita oficialmente Camila ceceando como siempre.


Ramonin y Camila desempeñan cabalmente sus roles de ayudante de verdugo cada vez que se les presenta la ocasión. Es decir, cada uno me facilita los medios para castigar al otro, según ven los pronósticos.


- Qué pasó, a ver?
- Tata dize que es el conte Drácala, y me quiere chupar la sangue ¡!!
- Coño, que no me puedo fumar una pipa tranquilo? Ramón, ven acá ¡!!


Agarro el cinturón, que me lo entrega Camila, encantada, y miro torvamente a la víctima en potencia, que viene hacia mí cabizbajo y enrollado en una sábana, que en vez de Drácula, se me pareció al hijo de la Momia.


- Pero papá, si es Camila la que quería morderme a mí ¡!!- se defiende azorado Ramonín , cambiándome la perspectiva.


- Porque ez que yo zoy Mona la Mampira, y quedamoz en que yo lo mordería primero ¡!!- chilla la pequeña, temblando de justa indignación.


Esta es una de las situaciones más comunes ante las que debo impartir justicia, por lo que nunca termino administrando castigo alguno. Siempre se las arreglan para enredar la situación, que si no ando claro, el castigado soy yo. Lo jodido es que en este caso no sé de dónde sacan esas cosas, porque en casa el vampirismo no es un tema muy recurrente en nuestras conversaciones diarias, creo yo. Opto por la amnistía general:


- Miren, arranquen los dos para la sala, AHORA, que voy a preparar el almuerzo. Huyan ¡!!


Los dos exiliados se sientan sin chistar frente al TV de la sala, no sin antes llevarse con ellos un par de palos de golf plásticos que les había comprado la semana anterior (se los regalé no con la esperanza de que aprendieran a jugar golf, sino que al menos si se enzarzaban a bastonazos entre ellos, los daños fueran mínimos).


Voy a mi cuarto, le doy el parte de los acontecimientos a Elaine, nos reímos un poco (por lo bajo), y regreso a prepararme la pipa, que aún queda una hora para el almuerzo.


Día 12. Bitácora del Capitán:


Especias antivampiro: Amsterdamer


Estaca: Bruken Rioja


El Amsterdamer viene cortado en tiras finas, de color oscuro que me recuerda la hoja del tabaco cubano, con un aroma tenue, pero dulce, achocolatado. Gracias Jaime !!!


Cargo la pipa, sin más, y prendo un fosforo. El tabaco arde a la primera, puede ser porque no está muy humedecido, y su corte fino ayuda en esto. La primera bocanada golpea, pues tiene la fortaleza de los cigarrillos fuertes que acostumbro a fumar, pero no pensaba que este tabaco tuviera en la pipa esa robustez. Me gusta.


Bueno, para ganar algo de tiempo, con la Bruken entre los dientes, saco el hígado de debajo del chorro de agua, y me dispongo a seccionarlo. Ahora, algo me hala por el pantalón, hacia abajo.


- Papá, qué eztaz haziendo?
- Pico un hígado, Camy.
- Qué ez ezo?
- Una víscera animal.
- Ah. Eztá bien. A verlo?


Y la cargo en mis brazos, por la derecha, para que vea la autopsia. Paso con los dientes a la pipa lo más alejada posible de Camila, en este caso apuntando hacia mi ojo izquierdo, llenándolo de humo.


- Puaghhhh, qué azquerozo. Tiene sangue ¡!! – dice Camila repugnada, y escupe sobre mi hombro derecho.


La enfoco con mi pupila sana todo lo amenazadoramente que puedo, pero los latigazos del ojo izquierdo no me dan tiempo para pensar en la camisa babeada.


- OK, suficiente, vete a la sala; a ver si no me quedo tuerto, daleeee ¡!!



En lo que pongo mi cara bajo el agua del fregadero, la nena corre de vuelta con su hermano y le susurra algo al oído. Así, me preparo a una segunda oleada. Pero nada sucede (puede ser que Ramonín no entienda lo le dice Camila, y me felicito por no haberla llevado aún al logopeda).


El Amsterdamer pica un poco (en la lengua; en el ojo es casi como morirse a plazos), pero aun así, brinda una fumada bastante seca y fresca, con un olor agradable.


Pasan 15 minutos de fumada, y he terminado de preparar la mitad del hígado. La otra pienso guardarla en el congelador hasta la próxima comida.


Cuando voy hacia el refrigerador, no veo por mi izquierda la patineta de Ramonín (por culpa de la compresa de agua fría que me puse para aliviar el ardor), y…SWISFHHHH, perdí el equilibrio, y en milisegundos, lo recuperé, pero no así con el pedazo de hígado, que, describiendo una macabra parábola en el aire, fue a dar con un estrepitoso SPLATCH ¡! en el piso recién pulido, en medio de Ramonín y Camila, que estaban absortos destripando el reloj de pared que yo había dejado unas horas antes en la sala para reparar.


Del susto, Ramonín pateó el reloj contra la pared, eliminando definitivamente toda posibilidad de reparación que alguna vez tuvo el pobre artilugio (una investigación posterior reveló que solo requería cambiarle las baterías). Enseguida, se acercó a la ex-fábrica de insulina y la tocó con su palo de golf. El hígado ni se inmutó.


Envalentonada, Camila a su vez lo golpeó con el otro palo, y esta vez el hígado se deslizó alegremente hasta debajo de la mesita del equipo de música, dejando una estela sanguinolenta de un metro de largo, y escasas probabilidades de recuperación, pues allá abajo yo no alcanzo.


Los nenes se entusiasmaron con la cacería, y entre los dos “ayudaron” a sacar los restos mortales, metiendo cada uno su palo, y golpeando hacia afuera. Resultado: salió el hígado, un par de bolas de cristal, una moneda de 20 centavos, un carretel de hilo negro y un papel estrujado con la cuenta de la electricidad, que nos cortaron la semana pasada por no haberla pagado (yo nunca “recibí” esa cuenta, y ahora me doy cuenta porqué).


Se me ha apagado la pipa, debo limpiar de nuevo la sala, necesito comprar un nuevo reloj de pared, tengo empañada la visión, y aun no tengo nada preparado para el almuerzo ¡!!! Por qué me suceden estas cosas a mí?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Gajes del noble oficio de padre y cocinero...!
¡Bendita infancia y bendita inocencia!. ¿Sabes que es lo que pasa después?: Que empiezan a crecer y eso ya no hay quien lo pare...
Disfrútalo amigo, disfrútalo!.
Por cierto: no queda claro como resultaron tus artes culinarias con el hígado.

Un beso fuerte a los niños.

Gus Martinez dijo...

a ver si actualizamos un poco, el blog y el perfil, que estoy canasado de pasrmepor aqui y no ver nada de nuevo

un abrazo Huck

Gus

Santiago dijo...

hay que disfrutar a los niños cuando son pequeños.. despues crecen y los problemas son mayores.
de todos modos no dejan de ser nuestos bebes aunque ya sean grandes.
los mios tienen 25, ahora conseguimos unas promociones de lan para irnos de vacaciones juntos, nunca vienen mal disfrutar en familia, aunque ya esten grandes!!