Aquí no se habla del Mío Cid, sino de "los Cid míos".

Aquí no se habla del Mío Cid, sino de "los Cid míos".
Los protagonistas de estas historias: Ramonín, Elaine y Camila (mi familia). IMPORTANTE: Ninguno fuma, y nunca lo hago cerca de ellos.

miércoles, 3 de marzo de 2010

So long, Johnny.


DE COMO SALIMOS DE UN PROBLEMA, JUSTO PARA ENFRENTAR OTRO

Hace tanto tiempo que no escribo en el blog, que no sé por dónde empezar a actualizar esto. Por ejemplo, ya no tengo perro (hubo que regalárselo a un vecino), y mi mujer se va a operar (se vé más profesional y serio si digo que “se va a intervenir quirúrgicamente”, pero así me da un poco de preocupación).

En cuanto a lo primero, bueno, el no tener perro ahora, significa que alguna vez lo tuve, sí señor. Se llamaba Johnny (ahora no sé si le cambiaron el nombre) y se especializó en los dos meses que estuvo con nosotros en hacernos las madrugadas imposibles, las mañanas nefastas y los atardeceres, psiquiátricos (por el día se quedaba solo en casa, ese era su problema y no el nuestro. bueno, era nuestro cuando llegábamos a la casa del trabajo).

Hablamos de una pequeña bola negra peluda, con capacidad en la vejiga para 13 o 14 litros de orina diarios, que los expulsaba divinamente por todo el apartamento (lo hacía en 3D -largo X ancho X alto -, así que también en las paredes quedaban humedades dificilmente explicables). La casa era un paraíso fiscal para las deposiciones perrunas, de las cuales me encargué mansamente yo, y que conste que no fui el de la idea de traerlo a casa. Su dieta básica era: cables eléctricos (los del TV son sus preferidos), alfombras, pantuflas y mis calcetines nuevos. A veces tomaba leche y algo de carne, pero no era lo suyo, a ser honestos.

Johnny está ahora muy bien en su nueva morada (no sé cómo están sus nuevos dueños), pero Ramonín y Camila están aún bajo tratamiento psicológico casero, un método costoso que implica interminables y estresantes charlas de porqué el animalito no podía seguir en casa, lo bien que está en el lugar actual, etc, acompañadas de cantidades ingentes de caramelos y juguetes cada vez que empiezan a moquear por la infernal ex-mascota. El método parece que funciona, porque cada vez que abren la boca para lamentarse sobre el caso, les incrusto un Chupa Chups entre los dientes, y algún que otro juguetito, de tal manera que anteayer ya no se acordaban cómo se llamaba el perro, y hoy por la mañana no se pusieron de acuerdo en la forma que tenía. Ya veré lo de las caries de los nenes más adelante. Un problema a la vez.

Por otro lado (y esta es una de las cosas por la que el perro no está, además de ladrar 12 horas continuas -8:00 pm a 8:00 am-, masticar y babear cosas utiles e imprescindibles y orinar toda la casa), Elaine va este viernes de cabeza al quirófano, a una operación que debe ser relativamente sencilla, pero de recuperación lenta y reposo absoluto, y tiene la casa (y a mí) revolucionada desde hace semanas planificando el evento, que tal parece que va a entrar en una operación a corazón abierto. Yo tiemblo de espanto ante la irrevocable perspectiva de que seré su esclavo por más de 15 días, pues tengo que hacerme cargo de la casa y los niños full-time todo ese período, sin chistar . Lo jodido es que nunca tomo nota de las tareas que mi esposa ha planificado para su recuperación, así que al final, tendré que improvisar sobre la marcha. Los niños están felices como lombrices de que yo esté al mando, pero estoy al borde de un ataque de pánico nada más pensar que me toca TODO en la casa por un par de semanas.

Adelantando trabajo, y lidiando con los pertrechos para lo que viene, pues la verdad es que no he tenido mucho tiempo y arrestos para escribir. Eso sí, fumar en pipa, sí que le he dado en la costura. Una cosa curiosa, a propósito, es que la mayoría de los tabacos, esta vez no me han picado la lengua, como en la anterior con el mismo tipo. Ni el Kentucky Bird, ni el BRiff Original me han hecho nada después de casi un mes de orgía pipera. Bueno, tampoco la comida me sabe a nada, y ahora que caigo en la cuenta, ambas cosas deben ser porque he perdido el epitelio de la lengua, con papilas gustativas y todo, la primera semana que llegaron los tabacos ;).

En serio, puede ser que solamente esté fumando un par de pipas por las noches, y con más calma, así que los antiguos mordedores, esta vez no me llevan tan mal. Deben ser los nervios por el stress de estos días, pero me atrevo a decir que el Amsterdamer me ha gustado, casi más que el St Bruno (se me parece al Condor).

Los mantendré al tanto, si sobrevivo al 15 de Marzo.

Felices humos

Huck